Universidad de Ciencias Médicas
Universidad de Ciencias Médicas 102 También es obra del doctor Guzmán Calleja, la correcta elección del contexto histórico adecuado para em- prender un proyecto de ese tipo. En primer lugar, había en marcha un proceso de crecimiento del sector hospi- talario público y de la accesibilidad a servicios básicos de salud, lo cual implicaba a corto y mediano plazo un aumento en la demanda de graduados en medicina. Otro punto es que el aumento en la demanda de médicos necesitaba de una mayor oferta académica que el sector público no estaba cubriendo, algo que también aplica- ba para otras disciplinas, con lo cual se formó un movimiento académico favorable a la apertura de la enseñan- za superior, en el que se pudo apoyar el proyecto de la nueva escuela de medicina. Era también un momento propicio para que organizaciones que promovían los valores democráticos y el desarrollo socioeconómico de los países en vías de desarrollo, fueran beneficiarias de convenios de cooperación internacional, ya que el clima de inestabilidad generalizada en la región latinoamericana exigía un compromiso por parte de organismos internacionales con actores locales en capacidad de generar cambios positivos en la sociedad. No obstante lo explicado, el inicio de la primera escuela privada de medicina no fue solamente un camino de éxitos, ya que hubo obstáculos cuya resolución ha sido mucho más lenta y compleja, sobre todo en lo relativo a los prejuicios sobre la calidad de la educación privada o el perfil del graduado de este tipo de instituciones, como principales cuestionamientos hacia una escuela de medicina privada. En el primer caso, al igual que los discursos que menospreciaban la capacidad del Estado para mantener una escuela de medicina pública, esgri- midos por médicos que exaltaban el aprendizaje en el extranjero, la escuela privada también tuvo que debatir ante una narrativa similar que, desde el sector público, cuestionaba la capacidad de una escuela privada para formar médicos de alta calidad profesional. Una idea sin fundamento alguno, ya que no solo se contaba con instalaciones y equipo adecuado para la enseñanza médica, sino que el cuerpo docente estaba conformado por profesionales de notable capacidad, además de curtidos en la enseñanza superior de la medicina. Se trataba pues, de un prejuicio infundado en una parte del gremio médico que trataba de proteger sus intereses en el monopolio estatal de la enseñanza de la medicina. Se argumentó también, que los graduados de una escuela de medicina privada solo saturarían el reducido mercado de la medicina en Costa Rica, poniendo en riesgo la estabilidad económica del país. Esa aseveración no tomaba en cuenta el crecimiento del sistema de salud pública, ni la incapacidad del sistema público de en- señanza universitaria para canalizar la demanda social de servicios educativos, a lo que se sumaba la violación del derecho constitucional de emprender acciones privadas que, como en el caso que nos ocupa, representa- ban un beneficio para la población. Además, la escuela no estaba pensada para convertirse en una “fábrica” de médicos, ya que la organización tenía muy claras sus capacidades y limitaciones, por lo que, a pesar de la gran
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