Una nueva mirada en la mediación pedagógica al encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos

encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos 229 vida de los ríos y de los bosques. No creo en la amorosidad entre mujeres y hombres, entre los seres humanos, si no nos hacemos capaces de amar al mundo. La ecología ha cobrado una importancia fundamental en este fin de siglo. Tiene que estar presente en cualquier práctica educativa de carácter radical, crítico o liberador […]. (Freire en Gadotti, 2006, p.14) El segundo referente educativo es la felicidad, sin embargo, hablar de felicidad en educación resulta algo arriesgado, dado que, regularmente, se piensa en la felicidad y en la alegría, como dimensiones emocionales de segunda categoría. Cuando se habla de felicidad en educación, se hace referencia a esta, de manera peyorativa. Desde el punto de vista de desarrollo humano, la felicidad significa salud y calidad de vida, así se manifiesta en el Decálogo transdisciplinariedad y ecoformación (2007): La felicidad a la que todo ser humano aspira de una u otra forma tiene que ver con la armonía interior y el equilibrio entre aspiraciones y necesidades. La salud es fruto de esa armonía. […] El ser humano desarrolla mejor su destino de crecimiento interior y mejora social y medioambiental sustentable, cuando alcanza niveles más altos de bienestar y felicidad. (De la Torre, 2007) En esta misma línea de pensamiento, Hugo Assmann, teólogo y educador brasileño, afirma que la felicidad individual y la felicidad social, como aspiraciones de vida, conlleva a que: “La educación, se enfrenta, a la apasionante tarea de formar seres humanos, para quienes la creatividad y la ternura sean necesidades vitales y elementos definitorios de los sueños de felicidad individual y social” (2002, p.28). De modo que, desde la niñez, la felicidad supone energía y ocurre en el presente, para los adultos, la felicidad implica materia y se proyecta hacia el futuro. En pocas ocasiones, la felicidad, ha sido un referente educativo. Por ejemplo, en Costa Rica los programas de educación preescolar de las décadas del 60, claramente expresaban la felicidad de la niñez como un anhelo educativo: “Si anhelamos una humanidad feliz, comencemos por hacer felices a los niños” (Mep, 1961) o bien, “Las experiencias felices en el kindergarten son de una gran significación” (Mep, 1967). Véase que, estas aspiraciones, ya no se mencionan a partir de la década de los 70, no obstante, la felicidad en la niñez temprana, es un pilar pedagógico esencial, que tiene una incidencia directa en el aprendizaje: Porque el aprendizaje es, antes que nada, un proceso corporal. Todo conocimiento tiene una inscripción corporal, y que venga acompañada de una sensación de placer no es, en modo alguno, un aspecto secundario. Necesitamos volver a introducir en la escuela el principio de que toda la morfogénesis del conocimiento tiene algo que ver con la experiencia del placer. […] Cuando está ausente esta dimensión, el aprendizaje se convierte en un proceso meramente instructivo. (Assmann, 2002, p.28) Ante esta reflexión, cabe la pregunta de: ¿Cómo se construye didácticamente la felicidad? Para que esta formación se realice, la ecoformación se sustenta en una triada educativa, que implica: educarnos con los otros, con lo otro y con nosotros mismos . La idea de una triada educativa, no es nueva, Pinau y sus colegas (2005), recuerdan que un planteamiento similar había sido propuesto en 1762 por Juan Jacobo Rousseau, en su texto “El Emilio”, en el cual señala que hay tres educaciones: la de la naturaleza personal, la de los hombres y la de los objetos (Rousseau, 2000). Así mismo, el filósofo

RkJQdWJsaXNoZXIy Mjg4Mjc=