Una nueva mirada en la mediación pedagógica al encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos
encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos 239 Por lo tanto, cuando se hace posible que en el aprendizaje trasciendan las fronteras de la imaginación, las aventuras permiten descubrir experiencias insaciables de emociones penetrantes, llenas de placeres donde los aprendientes gozan vibran y resuelven situaciones inesperadas. Para ello, es necesaria una nueva escuela, a cielo abierto, sin murallas ni fronteras, aquella en donde todos los actores sean coreógrafos creativos, responsables, felices y generosos, como un organismo viviente y autoorganizado. Como bien lo indica Assmann, “Educar es hacer surgir procesos de transformación, mediante experiencias de aprendizaje vivenciales, que den paso a encuentros significativos de procesos vitales y cognitivos de todo aprendiente” (Assmann, 2002, p. 27). De ahí que, los cómplices de esta historia están prestos para escuchar, reír, imaginar, jugar, dramatizar y compartir con la diversidad e interculturalidad. En este sentido, la aceptación de otras capacidades hace que las interrelaciones fluyan con cariño y tolerancia, especialmente, en los niños y las niñas que, en ocasiones sus periodos de atención son relativamente cortos, o bien tienen poco o nulo control de límites. Definitivamente, no hay recetas, pero la esencia es estar dispuestos y dispuestas a disfrutar del acto educativo, véase que existen miles de aprendientes con las mismas descripciones, sin embargo, cada ser es único y excepcional. Justamente, estos son los escenarios cotidianos que obligan a descubrir nuevas estrategias, para comprender la pedagogía, a partir de nuevas bases epistemológicas complejas. Al respecto, Maturana (1999) brinda un aporte valioso al señalar que, desde la biología del amor y del conocimiento, las emociones son el fundamento central del accionar humano, que el amor es la emoción que funda lo esencial . En otro punto, él describe que las emociones son sustento del razonar y que el amor es el fundamento de la salud fisiológica y psíquica. Lo expresado por el autor permite lograr en cada persona cambios actitudinales. En el caso de la escuela primaria, los aprendientes inician la escolarización entre los seis y siete años, es decir, ya han pasado una etapa de aprendizaje abierto en la familia. De modo que, traen a la escuela un gran potencial, al llegar llenos de ilusión e inventiva. Ciertamente, los mediadores contribuyen con su saber pedagógico, al cultivo de emociones para la vida, ya que, una de sus tareas consiste en, educar al estudiante, para que sienta lo inteligente que es; en cuyo caso, se emocionará al descubrir que aprende nuevas cosas, mediante las cuales puede disfrutar la vida. De ahí que, participar de esta unidad compleja en los escenarios educativos, es compartir, es cooperación, solidaridad y democracia. Es generar vivencias para que los aprendientes, recuperen la confianza, donde el acto pedagógico sea significativo. Es posible ofrecer a los niños y a las niñas, procesos de aprendizajes significativos y placenteros; no solo, a partir del acto de la docencia, sino de la realidad en la cual está inmerso cada docente. Esto suscita, adoptar una pedagogía compleja, al reconocer que se puede transformar la mediación pedagógica, utilizando dosis de emoción, pasión y ternura de manera diferente; como ingredientes ecológicos y cósmicos. Es decir, una nueva pedagogía que prepare al ser humano para redescubrir el misterio de la vida y el misterio de una Tierra viva. Entonces, no se trata de atiborrar a los aprendientes de contenidos verticales, fragmentados y superficiales, sino desde una pedagogía que permita que cada persona, reconozca y conciba que, el misterio de su existencia es un milagro del universo; y, por lo tanto, un ser cósmico capaz de destellar luz para amar, en otras palabras, un ser celeste ligado a la totalidad amorosa. Tal y como lo propone, Deepak Chopra, al afirmar que: “Hay un mago en cada uno de nosotros, un mago que lo ve y lo sabe todo” (Chopra, 2003, p.3). Según este autor, esta frase se debe aceptar como un acto de fe, porque una vez que descubrimos nuestro mago interior, el aprendizaje vendrá por sí solo, así como, la forma de actuar y de relacionarse con los otros.
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