Una nueva mirada en la mediación pedagógica al encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos
Universidad Nacional: Una nueva mirada en la mediación pedagógica al 62 Consejos a un joven recluso ¡Ahora sí, papá! Muérdase y no confíe ni en su sombra. El diablo anda suelto con platina en mano. Aquí abundan las drogas que curan los males, dicen. Tenga cuidado con los viejos que les gustan los chamacos, porque usted es carne fresca. No descuide la mica porque lo dejan ciego y llénese de paciencia porque el canaso apenas empieza. Nótese la manera en que la voz narrativa describe la violencia, como el principal mecanismo que articula a la sociedad en condiciones de encierro, y la desconfianza, como la principal respuesta de las personas que integran dicha sociedad. El binomio violencia-desconfianza hace que la estructura social en condiciones de encierro desarrolle características inherentes que es necesario conocer, para que el proceso educativo logre objetivos transformadores. Como se ha venido explicando, alrededor de este binomio (violencia y desconfianza) se desarrollan una serie de urdimbres altamente complejas con significaciones que atraviesan, orientan y dirigen toda la vida de la sociedad como tal, y concretamente, a las personas que constituyen dicha sociedad desde el punto de vista corporal. Este conjunto de tejidos es lo que Castoriadis (1986, p.65) denomina el “imaginario social”. De tal forma que, cada aspecto de la vida cotidiana de la persona privada de libertad está inmersa bajo la influencia de este binomio violencia-desconfianza. Ahora bien, para alcanzar la “carta de ciudadanía” en las sociedades con condiciones de encierro, es necesario desarrollar, altísimos niveles de violencia o altísimos niveles de sometimiento. A su vez, la desconfianza mutua hace que las relaciones interpersonales sean muy débiles, escasas, temporales y saciadas por intereses individuales. Por lo tanto, lo que para la sociedad en general puede ser considerado un valor o un sentido, dentro del Locus horridus, tiene un significado muy distinto. Esta situación hace de la vulnerabilidad una condición permanente que degrada al ser humano. A propósito de esta idea, Cornelius Castoriadis, plantea que la sociedad es el resultado de una construcción, una constitución, o bien, la creación de un mundo; es decir, de su propio mundo. De modo que, su propia identidad, no es otra cosa, que ese sistema de interpretación, ese mundo que ella misma crea (Castoridis,1986, p.69). En consecuencia, si quienes educan, llámense estos individuos o instituciones, no tienen claro el imaginario a partir del cual se construyen las sociedades en condiciones de encierro, el proceso educativo y sus efectos transformadores tendrán altos niveles de fracaso. Ciertamente, la reinserción no será posible, mientras se desconozca el contexto en el que viven las personas privadas de libertad.
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