Una nueva mirada en la mediación pedagógica al encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos
encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos 65 No son los conocimientos, lo saberes, las verdades y los valores que se transmiten a través de discursos lo que dan sentido a la vida. El sentido se entreteje de otra manera, desde las relaciones inmediatas, desde cada ser, desde los sucesivos contextos en los cuales se vive, desde los procesos, desde las relaciones significativas. (Gutiérrez y Prieto, 2004, p.25) De acuerdo con estos autores, la mediación es: “el tratamiento de los contenidos y formas de expresión de los diferentes temas a fin de hacer posible el acto educativo, dentro del horizonte de una educación participativa, creativa, expresiva y relacional” (p.37). Así las cosas, el papel de la mediación en sociedades en condiciones de encierro, debe tener como objetivos fundamentales, cuatro pilares básicos de trabajo que den sentido a la vida y la transformación de las personas privadas de libertad. Estos pilares de la mediación en el proceso educativo en la cárcel son los siguientes: La mediación como un proceso que genere vínculos de convivencia alternativos hacia dentro. La mediación como un proceso que genere vínculos de convivencia alternativos hacia fuera. La mediación como un proceso que genere vínculos de convivencia alternativos hacia la libertad. La mediación como un proceso que genere vínculos de convivencia que resignifiquen el encierro. Los cambios en la mediación pedagógica deben estar orientados hacia la creación de nuevas formas de relación con las personas privadas de libertad. El sentido relacional del ser humano debe ser recuperado con urgencia dentro de la cárcel, y, para ello, los materiales que se utilizan son herramientas fundamentales. Cabe señalar que, el sentido es siempre relacional, pues son las relaciones las que establecen y recrean permanentemente el sentido. La mediación pedagógica busca abrir el camino a las nuevas relaciones del aprendiente: con los materiales, con el propio contexto, con otros textos, con sus compañeros de aprendizaje, incluido el docente, consigo mismo y con su futuro. De tal manera que, las personas privadas de libertad pueden concebir realmente el proceso educativo en condiciones de encierro, como una oportunidad para la transformación, y no, como un escape temporal de lo que ellos llaman “el viaje” cotidiano que les produce el encierro.
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