Una nueva mirada en la mediación pedagógica al encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos

Universidad Nacional: Una nueva mirada en la mediación pedagógica al 84 al manifestar que: “[…] El amor es la esencia de lo social. Sin esta pegajosidad biológica sin el placer de la compañía, sin amor, no hay socialización humana y toda sociedad en la que se pierde el amor se desintegra” (1996, p.30). El aprendizaje, también es individual, ya que está inmerso en el Ser, en su lenguaje y en sus emociones. De ahí que, el aula es concebida como un espacio para la convivencia, así como, para promover la comunicación asertiva que es tan necesaria, y, para escuchar a los aprendientes que se desenvuelven en un contexto cada vez más cambiante. Un lugar, en donde se han atendido, al fin, las certidumbres; pero, paradójicamente, también embarga la incertidumbre a quienes expresan los temores, las angustias, la soledad, el abandono y el miedo al futuro a causa de un mundo globalizado e individualista que ha perdido, paulatinamente, el vínculo entre los seres humanos y se han debilitado los espacios para la convivencia, pues hemos perdido el sentido de comunidad planetaria (Marín, 2000). Esto se evidencia con las actitudes de indiferencia ante los problemas que aquejan al planeta y a la humanidad. En la convivencia áulica, con jóvenes universitarios de primer ingreso, se empieza a lenguajear 6, antes de compartir saberes. En ese momento, se comparten cuáles son sus intereses, sus sueños, quienes son ellos/ellas y hacia a donde van, y, mientras, los aprendices proponen, crean, innovan, disfrutan y le encuentran sentido a lo que son y a lo que hacen; sus maestros, con cada peldaño escalado, renuevan la esperanza de que la construcción de un mundo mejor es posible. Justamente, Prigogine (1997), con respecto a este tema manifiesta que lo posible debe ser deseado, inspirado y recreado. Por su parte, Humberto Maturana, afirma que: “las conductas humanas se constituyen desde los deseos, desde las aspiraciones, desde las envidias, desde los enojos, desde el amor, es decir, desde las emociones y no desde la razón” (Maturana, 1996,p.215). Cuando se reflexiona, en relación con el valor de la vida, la esperanza y el amor hay un cuestionamiento respecto a que sí, estas cualidades inherentes al ser humano deben ser globalizadas, defendiendo que la ecología y solidaridad deben ir de la mano. Si bien, no debe haber antagonismo entre ambas posturas, lo cierto es que, para lograr este objetivo es necesario, educar para vivir la vida y para encontrarle sentido, no obstante, esto se consigue buscando y procurando el desarrollo humano sostenible, a fin de construir un contexto social solidario, que conduzca al ser humano a una adecuada convivencia planetaria. Cabe mencionar que estos contenidos fueron una herramienta de aprendizaje, para que los jóvenes aprendieran a sentir, a entender y a interesarse por la realidad mundial, nacional y regional, vista, desde el contexto social, cultural y económico. 5. Un espacio emergente para la convivencia Para Francisco Gutiérrez, se debe educar para la significación, de modo que, conocer lo humano no es separarlo del universo sino situarlo en él. Este planteamiento, en el contexto actual, hace que sea imprescindible transformar el aula en un espacio en donde se propicie el pensamiento creativo y 6 Humberto Maturana empleó la palabra lenguajear para definir el momento de la aparición de los seres humanos, ocurrió cuando se empezó a lenguajear, es decir a usar el lenguaje para expresar pensamientos y sentimientos. Desde entonces, en un mundo humano, el lenguaje, el diálogo, la conversación son básicos para definirnos como tales. En él, la característica es la palabra como forma de comunicación y base de la organización. La palabra derrota a la fuerza en cualquiera de sus expresiones, cuando se trata de grupos que intentan crecer en humanidad.

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